Me robaron la libertad de expresarme, siempre con miedo, me creí cobarde en cualquier batalla, siempre perdiendo, rindiéndome a los pies de una voz sabia, maltratando mis sentimientos, la humildad es un gran camino que poco recorren, las mentiras son las llaves de la falsedad de un embustero, la avaricia y la grandeza se compra con dinero.
Pero yo que aún ando con la cabeza agachada, con la sonrisa de creerme payasa, juego con la gramática, sueño con la aventura de ser feliz y cumplir por fin el deseo de alzar la mirada, y poder decir “ Yo si puedo” y lo principal, "creérmelo".