No puedo hablar de alma, ni de mirada,
No puedo hablar de sonrisas, ni de lágrimas.
Es tanto el miedo, que me apresa,
Que me oculto tras el disfraz de payasa.
Soy equilibrista de mi vida,
Malabarista de un sueño,
bufón de una risa,
y domadora de sufrimientos.
No hay más Dios que mi padre,
que me protege desde el cielo,
no hay mas estrella que mi madre,
aunque le diga pocos “te quiero”.
Mi niña, es mi lucha y mis deseos,
La princesa de mis cuentos,
Donde además hay un Rey,
Que mi corazón tiene preso.
Me avergüenzo de mi cobardía,
Desconfío de mis sentimientos,
Aunque espero que algún día,
Vuelva a pelearme por un sueño.
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